No es posible acabar con la droga únicamente con medidas legislativas. La droga, como el resto de los problemas con trascendencia social, es el fruto correspondiente al sistema de ideas y valores que preside la vida de nuestra sociedad y que el régimen no ha hecho otra cosa que llevar a la exasperación.
El movimiento nacional revolucionario, única fuerza política con pretensiones de seriedad que no se limita a la simple oposición al régimen, sino que auspicia una alternativa total al sistema; es perfectamente consciente de que sólo en una sociedad profundamente diversa y mejor que la actual, basada en un sistema de valores e ideas antitéticas a las hoy dominantes, será posible vencer definitivamente la batalla contra la droga.
Sólo en una sociedad que tenga como fundamento la concepción del hombre como ser y no como medio de producción, y por lo tanto esté basada sobre el espíritu y no sobre la materia, será posible ofrecer a las generaciones jóvenes esa fe en el futuro y esas motivaciones éticas que, sólo con ese sentido de la vida, podrán ir arrinconando a la droga.
No obstante, el Movimiento Social Republicano siente el deber de, como fuerza política preocupada únicamente por los intereses de la Nación, apuntar medidas concretas, inmediatas y posibles, tendentes a frenar la difusión de las sustancias estupefacientes que tienen a miles de jóvenes españoles presos de su alucinación.
Medidas preventivas, represivas y de recuperación del toxicómano para poder ser aplicadas inmediatamente en esta sociedad mientras en las calles se forja la llegada de una nueva era.
Nuestra alternativa al sistema no es pura utopía o sueño mesiánico. Nuestra alternativa vive y crece, y en el largo andar se afirmara sólo articulando propuestas orgánicas y concretas capaces de incidir sobre la sociedad, de poner remedio a sus males, de resucitar la esperanza.
Teniendo bien presente que la alternativa al sistema no puede significar en ningún caso la desvinculación de la realidad en que se mueve, el movimiento nacional revolucionario sostiene que una seria y eficaz acción contra la droga debe articularse en las siguientes intervenciones por parte del Estado:
En vía preventiva
1-. Iniciación de una masiva campaña de sensibilización ante el problema de la opinión pública mediante procedimiento legislativos que obliguen a la prensa, la radiotelevisión del Estado, las emisoras de radio privadas, a la red de distribución cinematográfica… a difundir frecuentemente mensajes divulgativos y educativos seleccionados por el Ministerio de Sanidad y Consumo y aprobados en Comisiones Parlamentarias.
2-. Colaboración en el anterior apartado de los órganos de la administración local y autonómica.
3-. Exclusión total y radical de la promoción y glorificación actual, en los medios públicos y privados, de personas consumistas o adictas habituales a las drogas. Teniendo especial sensibilidad en las franjas horarias infantiles y juveniles.
4-. Institución en todos los centros de enseñanza de los diversos grados, de cursos de asistencia y frecuencia obligatorias, junto con su correspondiente propaganda informativa, para sensibilizar a los estudiantes frente al problema y darles a conocer las consecuencias del uso de sustancias estupefacientes. Participación en los mismos de antiguos drogodependientes y asistencia a centros de rehabilitación y cárceles para conocer in situ la realidad de dicha problemática.
5-. Institución de cursos de asistencia libre y gratuita para los padres en las escuelas o centros de sanidad locales.
6-. Preparación de cursos obligatorios para sensibilizar a los soldados profesionales y hacerles conscientes del peligro que supone el uso repetido de la droga.
7-. Prestación de especial atención a los hijos de unidades familiares rotas o con problemas específicos relacionados con las drogas.
En vía represiva y rehabilitadora
1-. Equiparación a efectos legales del que porta droga para uso personal, por pequeña que sea la cantidad, con el pequeño traficante y puesta del mismo en libertad condicional, previa comprobación del estado real de toxicodependencia del sujeto.
2-. Incremento del apoyo económico para la fiscalía anti-droga.
3-. Creación de un especial reparto anti-droga formado por elementos cualificados del Ejército y fuerzas de seguridad del Estado, aglutinando y unificando esfuerzos, destacando a los respectivos grupos bajo el mando y la directa dependencia de la Magistratura.
4- Seguimiento y rígido control sobre todos los alijos incautados, así como de su completa destrucción. Generar órganos independientes, a los de los cuerpos del estado, responsables de cerciorar que se cumple todo este proceso de manera íntegra. En casos de malversación de los mismos, considerarlos delitos de máxima gravedad, superando a los del simple tráfico de drogas.
5-. Incremento y cumplimiento total de las condenas, hasta la aplicación de las penas máximas, para los traficantes y distribuidores de droga, extremándose en el caso de vendedores localizados en colegios, institutos y otras áreas infantiles y juveniles. Se incluye la cadena perpetúa en el caso de los grandes narcotraficantes (estableciéndose en base a un baremo fijo basado no sólo en la cantidad, sino también en el grado de detrimento que éstas suponen).
6-. En el caso de inmigrantes traficantes, legales y/o ilegales, cumplimiento íntegro de la pena y ulterior expulsión sin posibilidad de retorno. Orden de expulsión para sus familiares incluida.
7-. Identificación de todos los toxicodependientes mediante controles médicos periódicos y obligatorios en centros educativos, ejército, puesto de trabajo, cárceles, etc.
8-. Abandono de la metadona como método de curación ya que su empleo no hace si no sustituir la heroína o morfina por una nueva droga legalizada, continuando así con una nueva dependencia a otra sustancia.
9-. Obligación de la desintoxicación en estructuras públicas para todos los toxicodependientes que hayan sido detenidos. Creemos que el espíritu de esta norma no necesita explicaciones particulares.
La experiencia demuestra que las cárceles no impiden la circulación de la droga. Es más, se están revelando como un incentivo para su difusión: las estructuras de nuestros centros penitenciarios se han transformado en un gran mercado de droga, en un lugar privilegiado de iniciación.
El toxicómano, en la mayor parte de los casos, entra antes o después en contacto con la estructura carcelaria porque ha sido detenido traficando o porque es autor de robos para procurarse el dinero necesario para adquirir la droga. Para el joven drogadicto la prisión es una etapa que no es segura de cara a su desintoxicación. Por otro lado, el detenido no toxicodependiente tiene un alto riesgo de ceder a la tentación de cualquier minuto de libertad artificial, y así entra fácilmente en el infierno de la droga si se le pone en contacto con toxicómanos. Para un Estado que quiere verdaderamente acabar con el problema de la droga se presenta como indispensable el separar ambos grupos. Por ello, pedimos en último lugar:
10-. La creación de hospitales especializados y de centros de recuperación forzada de los toxicómanos del anterior apartado. En dichos centros, en caso de voluntaria solicitud de desintoxicación por toxicodependientes no detenidos, deben prestarse todos los servicios de un modo totalmente gratuito.
LA DROGA:
FRUTO MARCHITO DEL SISTEMA
Alternativa Joven - ¡asalta el futuro!