El pasado sábado día 20 de junio, en la Plaça Vella de Terrassa (Barcelona), se vivieron momentos de miedo y desconcierto cuando un grupo de separatistas vinculados a la CAJEI (Coordinadora de Asambleas de Jóvenes de la Izquierda Independentista) hicieron arder un bidón con varios litros de gasolina, provocando un aparatoso incendio ante la pantalla panorámica de televisión instalada por Tele5 al efecto de que los ciudadanos egarenses pudieran seguir la retransmisión del partido de fútbol de las selecciones de España y Sudáfrica en el que participaba el jugador Xavi Hernández, oriundo precisamente de esta localidad barcelonesa.
Los altercados, que se iniciaron con los consabidos gritos y proclamas de antiespañolidad que suelen proferir estos energúmenos, pronto desembocaron en el lanzamiento de objetos contra la pantalla y, finalmente, en el incendio al que aludíamos más arriba, con las consiguientes escenas de pánico y desalojo de unos 500 ciudadanos que se habían congregado para seguir a la selección.
A destacar la pasividad de las dotaciones policiales allí concentradas, que en ningún momento trataron de impedir las acciones saboteadoras del acto de los separatistas y que, posteriormente, tampoco practicaron detención alguna.
Parece que una vez más, la responsabilidad de mantener el orden fue eludida por los Mossos d´Esquadra, que, siguiendo consignas del conseller Saura, actuaron en vergonzosa connivencia con los provocadores de los incidentes.
A día de hoy a pesar de que los dirigentes policiales aseguraron que tendría lugar una investigación a fondo y que conocían a los responsables de los hechos ocurridos, seguimos a la espera de unos resultados que, mucho nos tememos, no van a llegar.
Qué diferente hubiera sido todo si algún militante de Alianza Nacional (o de alguna otra organización patriótica) se hubiera visto envuelto en algún tipo de incidente violento. Entonces sí hubieran habido detenciones y los popes de la progresía se habrían rasgado las vestiduras clamando unánimemente por la "ilegalización de las bandas fascistas" que provocan la alarma social de los ciudadanos bienpensantes.
Cuando nos damos cuenta de las diferentes varas de medir que el sistema utiliza según esté tratando con unos o con otros, cuando nuestra libertad de expresarnos es coartada y nuestros derechos vilipendiados por una justicia que es todo menos justa, mientras mira hacia otro lado ignorando la violencia de sus cachorros díscolos, es entonces cuando tenemos la certeza de que, precisamente por el terror que les inspiramos, nuestra lucha diaria vale la pena y nuestros sacrificios no serán en vano.
José Mª Font Cañameras.Delegación de Barcelona.
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