Hasta ahora he intentado exponer dos realidades acerca del Área. Una, su gran diversidad. Dos, los distintos espacios ideológicos y estratégicos que, a mi entender, la conforman.
Afirmé que “ha llegado la hora de marcar los espacios. Es necesario unificar espacios para clarificar y despejar el Área. Un bosque demasiado espeso no nos dejará nunca ver la luz y nos hará perdernos en miles de cosas baladíes. Es preciso que los espacios estén claramente definidos y unidos en torno a un proyecto creíble”. En efecto, insisto en la necesidad de clarificar los espacios, ¿por qué? Unos espacios claros, diferenciados, fuertes y compactos pueden avanzar sin verse sumidos en problemas internos, sean éstos de índole ideológico o estratégico.
Pongamos un ejemplo. Existen tres partidos que encajarían perfectamente en el espacio definido por mí como Derecha Nacional –aunque quizás ellos acepten mejor el término social-patriota-. Entre estos tres partidos no existen diferencias notables: las consignas, campañas y propuestas son prácticamente las mismas; los objetivos son también, evidentemente, los mismos. Es, pues, lógico que estos tres partidos dialogaran y de ese diálogo surgiera un único partido. Ese único partido debería nacer sin grandes dificultades, y no tendría grandes problemas para elaborar un programa político y una norma programática. Los tres partidos, además, asumen la autonomía histórica y tienen claro que hay que transmitir una imagen seria acorde a la responsabilidad que se requiere para la política real.
Existe, claro está, una dificultad. En efecto, si bien dos partidos de este espacio aceptan de forma clara tenderse la mano, hay un tercero que, emborrachada su directiva de sectarismo, impide, hoy por hoy, que se pueda sumar a la consolidación y unión de ese espacio. Entraría aquí la responsabilidad de sus militantes de asumir la importancia del momento y dar el paso adecuado para ese entendimiento.
Si este proceso se tomara como ejemplo en los demás espacios del área, o al menos en aquel espacio en que fuera también posible, conseguiríamos unificar y clarificar, y con ello despejaríamos el bosque, viendo seguramente unos escasos, pero luminosos, rayos de luz.
¿Qué hacer?
Si cometemos el error de apretar el acelerador y pretender unificar a partidos de distintos espacios, lo que conseguiríamos es, sin lugar a dudas, avanzar hacia un nuevo fracaso. En efecto, no podemos unificar un partido ideológico, aunque haga política real, con un partido extremadamente pragmático que busca resultados sin atender a cuestiones ideológicas. En efecto, si existe un espacio ideológico, ese es el espacio NR; por consiguiente, intentar crear una única entidad en la que conviva ideología y pragmatismo extremo, sería, como he dicho antes, un grave error.
Desde mi punto de vista, tengo claro que la situación social y política en la que vivimos nos obliga a reaccionar. Cierto es que son muchos los factores que han situado a todos los espacios del área en la posición de mínimos en la que nos encontramos y, evidentemente, sería tema de otro artículo entrar en valorar estos factores. Pero está claro que hay que buscar una salida abierta, generosa y compacta que nos permita, sin renunciar a nuestros Principios y Valores, avanzar hacia posiciones que generen más ilusión a nuestros simpatizantes y afiliados.
Hace ya tiempo que vengo afirmando que existe una posibilidad que puede ser efectiva, real, amplia e ilusionante, para que de nuestra área surja una fuerza real que plante cara a los partidos clásicos de la derecha e izquierda. En efecto, esa posibilidad pasa por:
1º) Aceptar la realidad de los espacios.
2º) Que el espacio de la Derecha Nacional (social-patriótica) se unifique en un único bloque.
3º) Que el espacio NR, representado básicamente por el MSR, logre aglutinar en su seno a los NR con vocación de consolidar una vía política.
4ª) Que cada espacio siga fiel a sus Principios, programas y estrategias.
5º) Que ambos espacios puedan confluir en actos y elecciones de forma conjunta.
Para llevar a efecto el 5º punto es imprescindible que se den las circunstancias para ello. Veamos. Es imprescindible un primer paso de “normalización” en las relaciones de los partidos del Área, independientemente de los espacios en que estén ubicados; es primordial que esa normalización sea sincera y efectiva, que elimine insultos, peleas y destrucción de propaganda; es fundamental el respeto hacia los partidos en sus decisiones soberanas; es, en definitiva, necesario que exista cordialidad y voluntad de entendimiento.
Es también imprescindible utilizar los tiempos adecuados y, sobretodo, respetar las diferencias.
Si todo lo anterior fuera posible, deberíamos conseguir la constitución de dos bloques compactos, a los que podríamos llamar A y B, con sus diferencias ideológicas, e incluso estratégicas, pero con la voluntad de avanzar hacia una cierta unidad de acción de cara a conquistar terreno en la vida política nacional.
¿Por qué dos bloques?
He empezado el artículo afirmando la gran diversidad del área y, nos guste aceptarlo o no, la propia existencia de espacios nos marca esa diversidad. En efecto, sería un error creer que la existencia de distintos partidos corresponde a la frivolidad de algunos para mantener dichos partidos. Los partidos existen porque existe la diversidad entre espacios. Ahora bien, sería absurdo justificar la existencia de partidos calcados sólo porque uno considerara esencial, por ejemplo, la obligación de ser vegetariano en contraposición con otro que defiende una postura indistinta entre carnívoros y vegetarianos. Otra cuestión mucho más seria, comprensible e importante, sería la existencia de dos partidos por el tema, por ejemplo, de la confesionalidad del Estado.
La existencia de los dos bloques A y B permite la ampliación de un Frente Unido, al tiempo que permite la independencia en la diferencia de los planteamientos ideológicos.
Soy consciente, y el MSR también lo es, de que las ideologías mueven ya a pocos corazones, y que sólo una revolución de Valores permitirá volver a colocar los Principios y las Ideas por encima de los partidos gestores y de los egoísmos personales. Personalmente, me niego a abandonar una Ideología en la que creo, por el simple hecho de que la gente esté atontada con la sociedad de consumo; personalmente me niego a caer en un pragmatismo vacío y cambiante, porque lo que mueve al MSR, y le da vida, es la defensa de los Valores del Espíritu. Por ello, personalmente, creo viable la existencia de los bloques A y B, separados, pero juntos, unidos, pero con vida propia.
La lógica nos marca el camino, y es decisión nuestra seguirlo desde los Principios sin huir de la realidad o seguirlo desde la realidad huyendo de los Principios. Yo lo tengo claro.
Juan Antonio Llopart.
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