miércoles, 25 de noviembre de 2009

Crónica de la manifestación de la Falange 21 noviembre.

Acto político

Habían pasado ya las 21:30 y algunos comenzaban a impacientarse. Entonces un tipo con apariencia de hombre tranquilo se subió al estrado, agarró el atril y comenzó a dar un discurso. El espectador poco avezado pensaba que se le venían encima unos minutos en los que poco más o menos le iban a contar lo de siempre y como siempre.

Pero entonces el tipo aquel se trasformó: el aspecto apacible se volvió fuerza, elocuencia y pasión, con la voz convertida casi en grito por la rabia del que lucha convencido. Martín Sáenz de Ynestrillas había tomado la palabra. Emocionó a más de uno, convenció a más de dos, y sacudió la conciencia a muchos, en especial a los que sí, somos falangistas. Ese fue el centro del discurso de Martín: sin excusas ni complejos los falangistas tenemos el deber de llegar a la sociedad, con la frente alta.
Y es que hace ya tiempo fue necesario que alguien sin complejos sacara al falangismo de un ostracismo casi autoimpuesto. Entre 1995 y 1997 Gustavo Morales fue nuestro Jefe Nacional, y fue en ese periodo cuando nos reencontramos con la calle, con la actividad pública y con el 20 de noviembre como una fecha más de reivindicación política. Tal como nos recordaba Manuel Andrino en el programa 28 de LA GRAN ESPERANZA, fue gracias a la iniciativa de Gustavo Morales que se empezó a realizar una manifestación por el centro de Madrid desde el lugar de nacimiento de José Antonio, tal y como lo conocemos hoy.

Nada mejor entonces que escuchar “in situ” al propio Morales, que se puso ante el micrófono en segundo lugar. Después de saludar en sus idiomas a los camaradas que se habían desplazado a homenajear a José Antonio con nosotros, reverdeció laureles con su discurso contundente y su recuerdo de la oración que Sánchez Mazas compuso por los caídos falangistas.

El siguiente orador, nuestro Jefe Nacional Manuel Andrino, marcó el final del acto y la salida de la manifestación. Andrino se pegó a la actualidad y repasó cuestiones que ocupan el centro del debate social y que salpican a los españoles en su vida diaria. En su tono habitual, sin filtros ni concesiones a los tópicos que marcan “lo que hay que decir”, atacó la ley de memoria histórica, la corrupción institucionalizada, la situación económica…

Manifestación y marcha al Valle de los Caídos.

El séptimo de caballería de Rubalcaba tuvo su minuto de gloria al comienzo de la manifestación cuando por nervios, por desorganización y por falta de profesionalidad se vieron incapaces de organizar la salida y tuvimos que hacerlo nosotros. Lo pagaron con un zarandeo absurdo a uno de los nuestros, que no se dobló ni ante seis agentes de la UIP y que compuso la anécdota folklórico policial de una manifestación que transcurrió con toda normalidad.

La calle Génova es un lugar extraño. Sólo unos metros más arriba del hogar natal de José Antonio desde donde parte cada año nuestra manifestación, se concentran en poco espacio inmuebles un tanto indignos. La sede del PP y la Audiencia Nacional fueron jaleadas por los cientos de manifestantes como los antros de corrupción que son.

En la pancarta que abría la marcha se podía ver los mandos de nuestra organización junto a líderes como Udo Voigt, presidente del NPD alemán. Y así, con mayor asistencia que el pasado año, transcurrió una manifestación en que los asistentes se implicaron por completo y se respiró el mismo ambiente de lucha militante que en los discursos que habíamos escuchado al principio.

Al llegar a Moncloa se organizó rápidamente la salida de la marcha, con la corona de laurel sobre las andas. El páter Tam se encargó de la bendición. Las banderas de Falange y de España estuvieron toda la noche bajo los luceros. El frío del camino se disipaba andando a buen ritmo. Poco a poco se sucedieron los relevos: Pozuelo, Brunete, Guadalajara, la Vieja Guardia…

Al llegar a la explanada de entrada al recinto del Valle de los Caídos nos encontramos de nuevo con los mozos de Rubalcaba, aunque vestidos de verde esta vez. El Cara al Sol que se entonó parecía que les dolía como un sabañón. No es asunto nuestro y lo cantaremos dónde y cuándo nos de la gana porque el Cara al Sol, si bien es himno de guerra, canta también a la paz de una reconstrucción nacional.


Misa

Y como La Falange no es un mecano aunque PSOE pretende que nos desarmemos y nos desnudemos de identidad, nos largamos con la dignidad intacta de quien no se vende a San Lorenzo de El Escorial. No necesitamos traspasar la verja del Valle para que dentro haya algo nuestro, un poquito de nosotros.

El premio final fue escuchar una misa reconfortante por el carácter de quien la oficiaba, que cumplió con el simple deber de la iglesia de Rezar por los muertos. Así, el abad del Valle de los Caídos pudo estar tranquilo sin tener que decir el nombre de José Antonio.

Que le dure la tranquilidad, la pachorra y la desvergüenza algo más de lo que le va a durar su casa, que va camino de convertirse en un parque temático para disfrute socialista, donde como mucho el abad tendrá sitio vendiendo bocatas.

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