martes, 10 de noviembre de 2009

70º aniversario de la masacre republicana de Cabra.

Siete de noviembre de 1938. Quedan cinco meses para que termine la Guerra Civil. El frente está en el Ebro, el Ejército Popular está en preparativos para volver a la margen izquierda del río. El intento de ofensiva republicano fracasa. A cientos de kilómetros, un pequeño pueblo de Córdoba -Cabra- ha recuperado la normalidad. Es día de mercado. Acuden cientos de almas.

07.31 horas, tres aviones de fabricación soviética, los Katiuska SB-2 del ejército republicano, dejan caer una veintena de bombas que asesinan 101 personas -96 en el acto- y más de 200 heridos, mujeres, niños y ancianos.

Todavía se desconocen los motivos para la matanza republicana (quizá el mismo móvil que el guiaba al abuelo de Zapatero, el tiro en la nuca), no había tropas, no era escenario de operaciones. Zona campesina y alejada de vías de comunicación. Los responsables de este crímen de guerra republicano no respondieron a la Justicia (uno entre cientos). Quizá cuando a Garzón le operen la laringe, pueda menterle mano al asunto.

El año pasado escribía, el nada sospechoso, Arcadi Espada:

Pero, no eran vascos, no tenían un Picasso que pintase sus gritos, ni sus lágrimas conmovieron a nadie.

Hoy que se pretende reescribir el pasado y volver a dibujar las fronteras de buenos y malos, nadie se acordará de esta masacre y siempre nos quedará Guernica.

Decididamente, el bando franquista ganó una guerra, pero perdió la propaganda.

En homenaje a esas victimas y pensando en sus verdugos, los que arrojaron las bombas y los que dieron las órdenes, tomo de Don Claudio Sánchez Albornoz, estas palabras: «paz, piedad y perdón» esperando se termine de una vez esta locura de reescribir la Historia.

Es de las pocas cosas que puedo suscribir de Espada, aunque con un matiz. La única relación entre el bodrio de Picasso y el bombardeo de Guernica, es el nombre. Evidentemente la propaganda hace estragos.

El gobierno de la II República, a través de Bergamín, Aub y Gaos, convence a Picasso para que haga un mural para el Pabellón de la Exposición Internacional de París Artes y Técnicas de la Vida Moderna del verano de 1937. Quieren dar aires de modernidad, y piensan que el conocido pintor, al que se pagan 150.000 francos franceses -una cantidad astronómica, casi el 15% de todos los gastos del pabellón español-. Los progres son así de desinteresados.

Entre el 8 y 9 enero del 37 todo lo que es capaz de parir son dos planchas para grabados en aguafuerte, «Sueño y mentira de Franco», que no pasarán por su calidad a la historia del arte.

Durante un tiempo parece que se queda seco -de musas, claro-. Los comisarios le apremian y dibuja los primeros bocetos el 18 de abril (unos trazos de un toro, un caballo, mujer con lámpara), y decenas más hasta finales de mes. El bombardeo de Guernica es el 26 de abril (todavía no existe Internet, así que las noticias se demoran). Tarda 20 días en pasar de los bocetos al mural. Pero no pintó más que una evolución de los bocetos, todos anteriores al bombardeo. No hay ninguna referencia al suceso bélico o al lugar. Cuando por fin se expone ni tiene ni título, únicamente «Gritos de niños, gritos de mujeres, gritos de pájaros…»

El cuadro no gusta. La gente pasa, y la crítica también. Están más interesados en los progresos tecnológicos de otros países, que en los de la casposa España Republicana.

El pintor guipuzcoano Julián Tellaeche Aldasoro y un puñado de políticos, también vascos, pidieron que se sustituyera el cuadro por otro de Aurelio Arteta, un tríptico sobre la Guerra Civil. No prospera la sustitución, y los responsables políticos del pabellón español se ven obligados a reinterpretar el tema del gran lienzo-mural: nace el Guernica.

La relación del mural con el apoyo a la causa republicana está fuera de toda duda, el resto pura propaganda. Todavía hay quien cree que Picasso estuvo en Guernica y tomó fotos para su cuadro.

Fuente: Patriotas.es

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