En otros tiempos, para ser alguien en España, uno tenía que salir en el HOLA. Quien no aparecía en las páginas de tan venerable semanario no existía: no merecía ser tomado en consideración. Igual que para morirse. Antes se decía que hasta que tu esquela no aparecía en las páginas de ABC no estabas muerto de manera oficial y fehaciente. Ahora no. Las cosas han cambiado. Ahora, para ser alguien en España, hay que pasar por la experiencia de sufrir las amenazas de la extrema izquierda. Nosotros ya hemos pasado a la fama.
Ayer tuvo que suspenderse la celebración de nuestro querido Cine Club. Un poco antes de la hora señalada para el inicio de la sesión, fuimos avisados por distintos asistentes que se habían adelantado para tomar café o charlar en el Hotel antes de la película. Resulta que la puerta de acceso al interior del Hotel estaba ocupada por una veintena de personas que, armadas con palos y otros objetos contundentes, esperaban -al parecer- a las personas que iban a asistir a la proyección de "LA VIDA DE BRIAN". Fuerza coactiva frente a Terry Jones. Se ve que no les gusta demasiado esa película. Nos dijeron que estos amantes de la Democracia y de la Libertad iban vestidos de utraizquierdistas, circunstancia ésta que se me escapa pero que -al parecer- es fácilmente detectable. Estos animosos muchachos estaban coaccionando a la gente que accedía al Hotel (si por coacción -por supuesto- puede entenderse la actitud de esperar con un garrote a la puerta de un establecimiento en el que vas a entrar... a veces nos asustamos por cualquier cosa)...
Decidimos suspender nuestra sesión de Cine Club. Por supuesto. Porque, a pesar de que existían muchos voluntarios para colaborar en la celebración normal del acto, decidimos que no valía la pena NI UN SOLO INCIDENTE derivado de esta cuestión. Nuestros amigos y seguidores -muchos de ellos sin ninguna clase de adscripción política y unidos sólo por nuestro amor al Cine y al debate- no se merecían pasar por ninguna situación incómoda ocasionada por nuestra culpa. Nuestros amigos del Hotel -en un fin de semana serrano de buen tiempo- tampoco merecían incidentes en su inicio del fin de semana en este año de crisis. Los vecinos de Becerril de la Sierra mucho menos. Por supuesto que decidimos suspender sin mayores inconvenientes. Nadie quería problemas. Nadie... menos nuestros valientes amigos.
Lo que ocurre es que ellos juegan con esta circunstancia. Se aprovechan de nosotros - de la buena gente- y de nuestro lógico sentido ciudadano de la responsabilidad a la hora de evitar estos problemas de orden público. De nuestra educación natural en el deseo de no molestar a nadie por nuestra culpa. Y así son ellos quiénes deciden qué actos culturales o políticos deben celebrarse y qué actos no merecen ser tolerados. Son ellos -los violentos ultraizquierdistas- quienes han asumido ese papel activo de nuevos censores frente a los usos democráticos. Y así nos va. Porque dependemos de la voluntad de un numeroso grupo de personas armadas -encuadradas en organizaciones fantasmales de imposible persecución legal- para la celebración normal de -por ejemplo- algo tan simple como una sesión de Cine Club. Ver una película y después comentarla. Ayer hemos sido agredidos... y no pasará nada. Hoy le tocará a otro o a otros en esta España nuestra de nuestros desvelos y sueños.
Ni que decir tiene que el Cine Club sigue adelante. Ahora más que nunca y aunque tengamos que recabar el auxilio de las autoridades competentes para realizarlo en el futuro. De las otras autoridades competentes, por supuesto...
Extraído del blog de Nacho Toledano