jueves, 11 de marzo de 2010

'Me siento discriminada por ser española'.


Manuela López era auxiliar administrativa y ahora aspira a señora de la limpieza
En paro desde hace 2 años, no encuentra empleo



Madrid.- "Española con muchas ganas de trabajar y muy responsable se ofrece para plancha, limpieza, cuidado de mayores, por horas o por jornada". Ése es el mensaje que lanza en una botella cada mañana Manuela López, madrileña de 56 años, en paro desde hace dos años.

Su S.O.S lleva meses cayendo en saco roto. En ninguna residencia de ancianos, en ninguna vivienda, en ninguna escalera necesitan sus servicios. Diluvia sobre un Madrid bajo cero pero Manuela sale a la calle con la desesperación pegada a la suela de sus zapatillas deportivas. Está acostumbrada a pasarlo mal, a ser rechazada de puerta en puerta, a sobrevivir con 400 euros al mes.

Con su pasquín en la mano, se recorre el barrio Salamanca de cabo a rabo en busca de una oportunidad. Como muchos otros parados, Manuela se ha visto obligada a rebajar sus expectativas. Dice que a sus 56 años no puede pretender encontrar un empleo como auxiliar administrativa y se conforma con limpiar casas o cuidar ancianos.

"A mi edad volver a trabajar como auxiliar administrativa es soñar con los mundos de Yupi. Hoy sólo puedo aspirar a señora de la limpieza", se lamenta.

Paradojas de la vida, esta madrileña afirma sentirse "discriminada por ser española" y se queja de que el sector en el que busca empleo está completo por la llegada de los inmigrantes.

'Los de 50, a la cola'
"Es prácticamente imposible encontrar trabajo, aunque sea de limpiadora. Es un campo que ya está repleto por toda la gente que ha venido de fuera. A los españoles que tenemos más de 50 años no se nos tiene en cuenta y se nos dice: ¡a la cola!", asegura.

Manuela empezó a trabajar con 14 años como auxiliar administrativa en Tabacalera, pero lo dejó años más tarde tras sufrir el mayor golpe que puede soportar una madre: la pérdida de un hijo.

Entonces cayó en una profunda depresión, rompió con todo y se fue a vivir a las islas Canarias, donde quiso montar un negocio de turismo rural. Fracasó en su intento y durante un tiempo logró algún trabajo como peón agrícola en el Ayuntamiento de Mogán, hasta que en 2008 decidió regresar a Madrid y volver a vivir a casa de sus padres.

"Llevo dos meses sin encender la calefacción y este mes no me llega ni para el abono de transportes. Dejé mi trabajo por la pérdida de mi hijo, pero no pensé que iba a ser tan complicado volver al mundo laboral", explica.

Manuela se siente sola, indefensa y sin ningún tipo de ayuda y arremete con dureza contra los sindicatos. "Los sindicalistas no defienden a los trabajadores. Son una casta de enchufados y de vagos. Lo que tendrían que hacer es pasarlo mal como lo estamos pasando los miles de parados. Nos están jorobando porque los que estamos sin trabajo no tenemos acceso al mercado laboral".

Y, aunque sea una medida impopular, Manuela no duda en abogar por el despido libre: "El que vale, vale y el que no, pues que se vaya a su casa. A mí me basta con que me paguen mientras trabajo. Lo ideal sería que el mercado laboral fluyera y hubiese movimiento. En muchas empresas la gente se apoltrona durante años y no hace nada", critica con seguridad.

Como receta para salir de la crisis, esta madrileña tan sólo le pide al Gobierno "sentido común". "El mismo que puede tener una ama de casa que adapta el dinero que tiene a la familia que va a alimentar. Utilicen el sentido común, que no lo tienen", se queja.

Poco a poco, Manuelva ve una luz al final del túnel. Le ha salido una casa para ir a planchar de vez en cuando. "¡Por lo menos ya tengo para pagarme el abono transportes!".

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