sábado, 27 de marzo de 2010

Las rejas del olvido.


Cae la tarde de un día cualquiera y deja paso muy lentamente a la fría noche carcelaria. Desde la celda solitaria y mustia de un penal español, algún camarada abatido por los golpes del sistema gime compungido y defraudado por la soledad que padece. Soledad injusta y traicionera que el no ha elegido porque cuando luchaba por sus ideales patrios y amor a España caminaba junto a sus camaradas. Camaradas que ahora no disponen de tiempo para dispensarle unos minutos escribiéndole un par de párrafos en un papel y meterlos en un sobre que le entregara su carcelario y el guardara con aliento esperanzador. Una carta que le devolverá por unos instantes, mientras lee su contenido, su preciada libertad. Camaradas que no recuerdan ya los días de lucha que pasaron junto a nuestro preso, que no le recuerdan mas que cuando les embriaga la cerveza o los cubatas de barra fácil. Que condena más cruel la que soporta nuestro preso patriota en los campos de concentración demócratas, que soledad más perra la que muerde su conciencia cada noche de chabolo, cada día de presidio, cada minuto de sentencia.
Como se consumen los segundos de su vida sin recibir noticias de esperanza, sin recibir el apoyo de los que el pensaba camaradas y creía sus amigos. Compañeros de fatigas, de andanzas políticas, de hazañas varias, se han esfumado como el humo de un miserable cigarro. Le han abandonado a su suerte, dejándole presa de las hienas del sistema. Le han olvidado en un podrido presidio y entregado, como carne vieja, a los buitres carroñeros de las juntas de tratamiento. Juntas compuestas por sociólogos, psicólogos, educadores y demás vástagos del rojerio revanchista. Nuestro preso sufre ahora la verdadera y dura condena que supone el abandono. Solo su nombre es pronunciado en algún antro o reunión de amigotes como recordatorio vago de alguna aventura pasada junto a el. Quizás es recordado en la sección nacional de los periódicos del país como criminal racista o asesino fascista. Algún fascine de extrema izquierda también dedica unas afiladas letras contra el nombre de nuestro abandonado prisionero. Un columnista cualquiera ha dedicado su bonita mañana de sábado a inventar falacias sobre las andadas del preso para que vean la luz en el dominical del día siguiente. Sí, allí esta nuestro preso, acompañado tan solo por las rejas y el cemento, por el aire con olor a podrido y el hormigón armado. Su mirada, a través de las rejas del olvido, pretende atravesar los muros coronados con alambres de espino, buscando la esperanza. Buscando, al tiempo que se recrea en sus recuerdos, los días que vivió su pasado en libertad. Cuando combatía con ardor guerrero por defender a su nación, por hacer que su voz y la de sus amigos, impregnada de doctrina patriota, se oyera por doquier en cada esquina, en cada barrio, en cada ciudad.

Ahora, nuestro preso, esta allí solo, abatido por los palos del destino, tirado como un pañuelo usado. A expensas de los programas de tratamiento penitenciario del educador de turno. En definitiva, nuestro preso queda abandonado en las rejas del olvido…

Mi más sincero apoyo a las familias de nuestros presos patriotas, mi incondicional compresión hacia los mismos y mi más humilde recuerdo para todos aquellos que sufren la represión de este sistema, la condena de sus jueces partidistas y el peso de su miserable ley. Desde este blog, pongo los ojos siempre arriba y con el brazo levantado grito en alto: PRESOS PATRIOTAS DE ESPAÑA… ¡¡¡LIBERTAD!!! ¡¡¡LIBERTAD!!! ¡¡¡LIBERTAD!!!

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