Ramiro Ledesma Ramos nació en Alfaraz de Sayago (Zamora) el 23 de mayo de 1905 y murió en Aravaca el 29 de octubre de 1936, fusilado por los republicanos, en plena Guerra Civil. Además de ideólogo y fundador del nacional-sindicalismo, para cuya difusión creó las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS), llevó a cabo una intensa labor editorial y colaboró en revistas como La Gaceta Literaria y Revista de Occidente.
En Ramiro se pueden distinguir tres épocas: la literaria, la filosófica y la política. Se licenció por la Universidad de Madrid en Filosofía y Letras; y en Ciencias Físicas y Matemáticas.
Discípulo de José Ortega y Gasset, sobre quien escribió una crítica. Recibió además a título póstumo la Licenciatura en Derecho, y a pesar de que censuraron todos sus libros recibió un reconocimiento del régimen franquista la Palma de Plata. Escribió su única novela, El Sello de la Muerte, así como diversos relatos, ensayos y "El Quijote y nuestro tiempo".
Tradujo el "Mathematische philosophie" de W. Brand y M. Deutschbein. El 14 de marzo de 1931, con veinticinco años, sale la revista La Conquista del Estado -homónima de la italiana La conquista dello Stato de Curzio Malaparte-, bajo su dirección, en donde a su vez aparecerían las exigencias de su movimiento Pedimos y Queremos. Hasta su clausura, saca a las calles 23 números. Desde ella, articuló las bases del Nacional-sindicalismo. Recibe influencias de Sorel, Heidegger -de quien fue práctico introductor en España-, Ortega y Gasset, Oswald Spengler, Nietzsche, Ganivet y Fichte, entre otros.
SU MUERTE
En el mes de julio de 1936, editó el primer y único número de la revista Nuestra Revolución y pocos días después del levantamiento militar contra la República, es detenido e ingresado en la prisión de Ventas, de donde fue sacado, junto con Ramiro de Maeztu, para ser fusilado en Aravaca el 29 de octubre de 1936.
Quiere coger su chaqueta, y no le dejan. Después, en la fila, tiene oportunidad de hablar con Maeztu por última vez, dándose ánimos para permanecer enteros. Ramiro ve el final y lo agradece. Quiere que todo termine cuanto antes, pero no acepta que le vean así, no quiere morir donde ellos decidan y hacerlo obedeciéndoles. Era ya veintinueve y tocaba la hora de la muerte. Les flanqueaban milicianos armados, camino del camión que les trasladaría. De repente, se lanza hacia uno de los milicianos, intentando arrebatarle el fusil.
- " No me mataréis como a un cordero, sólo moriré donde yo quiero "
Y cayó. El disparo de otro miliciano terminó con su vida en el último arrebato de rabia, bajo un rayo de tremenda voluntad, y su cuerpo se estrelló contra el suelo.
Tal vez la mejor definición de la muerte de Ramiro la diera Ortega y Gasset, antiguo maestro, cuando se enteró de ella en París: "no han matado a un hombre, han matado a un entendimiento".
¡¡RAMIRO LEDESMA RAMOS SIEMPRE PRESENTE!!
¡¡NO PARAR HASTA CONQUISTAR!!
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