jueves, 21 de octubre de 2010

A la derecha ni agua.

Juan Antonio Llopart para TdE/La derecha, la derecha liberal, abanderada por elementos como Julio Ariza, Enrique de Diego o Alejo Vidal-Cuadras, lideran al ala dura del Partido Popular. No importa que luzcan la gaviota o no, son todos, miembros de ese conglomerado de derecha liberal. Tampoco importan sus discursos más o menos radicales o sus artificiales discusiones sobre si es mejor “La Gaceta” o “La Razón”, todos ellos forman parte de un mismo cuerpo reaccionario. Y mucho menos importa, que haya “patriotas” que les vitoreen y les hagan la ola. Esos “patriotas” son únicamente sus tontos útiles.

De todos ellos parte la defensa de esos postulados típicos de la derecha clásica, léase, veneración por la Patria, defensa de la familia tradicional, asunción de principios cristianos y un fuerte anticomunismo, así como, un fuerte rechazo a alternativas patrióticas sociales que denominan como “fascistas”.

Esa derecha, es la misma que en su día rindió pleitesía a Franco, se apropió de la camisa azul y no dudó en pegarle cuatro tiros a García Lorca o a cualquier “rojo” o falangista que les molestase. Es esa derecha que celebró la creación de la División Azul, ya que ello les dejaba vía libre para sus políticas anglófilas al tiempo que apartaba de la política activa a muchos “falangistas puros”. Esa derecha, que antes de morir Franco conspiraba contra él, y después de su muerte creaba la UCD y Alianza Popular, y se declaraban demócratas y antifranquistas.

Esa derecha que se “fascistizó” y que más tarde se “democratizó” nunca fue fascista ni demócrata, solo se acopló a unas forma determinadas para mantener lo que siempre buscó: el poder económico.

Hoy esa derecha liberal que nos trajo la regularización de miles de inmigrantes ilegales y que defiende el mestizaje, alza la voz contra el Islam comparando a éste, con el fascismo.

Efectivamente, Enrique de Diego, principal valedor en el foro del derechista liberal catalán José Anglada, al ser preguntado si estaba en contra de la inmigración contestaba: “En absoluto. Soy, como liberal, un claro partidario de la inmigración y del mestizaje.” Y añadía: “ni tan siquiera creo que haya razas y el color de la piel es una cuestión accidental”. Estas afirmaciones no son una anécdota. La derecha liberal defiende la inmigración y la sociedad globalizada, sobre todo, para disponer de mano de obra barata. Es la derecha de siempre, mejor dicho, es la derecha asquerosa de siempre, esa derecha que los nacional-revolucionarios siempre hemos combatido por considerarlos los principales enemigos de nuestro pueblo. La derecha no es patriota, su patria es el dinero, la derecha no cree en la familia tradicional, cree en cuidar las apariencias familiares, no cree en principios religiosos, su Dios es el vil metal, y su anticomunismo es una reacción lógica para defender sus intereses económicos. Su odio al “NR” es odio hacia quien no pueden comprar o controlar.

La obligación de todo nacional-revolucionario es combatir a la derecha, esa derecha sionista, capitalista, apátrida y carente de Valores. Sus actos camaleónicos solo engañan a individuos débiles y atraen a personas en busca de intereses egoístas en forma de réditos económicos.

Esa derecha liberal trata a los nacional-revolucionarios de izquierdistas, no es nuevo, ¿Quién no se acuerda de su irónico “Failangistas”? Frente a los de Diego, a los Anglada, a Intereconomía… los NR tenemos la lección bien aprendida: a la derecha ni agua, con la derecha ni a la esquina, hacia la derecha no hay ningún camino. Contra ellos: todo… los mismo que contra la izquierda.

Fuente: Tribuna de Europa

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