viernes, 18 de septiembre de 2009

Nucazo de odio.

Nueva agresión fascista, en este caso a las puertas de los juzgados de la Audiencia Provincial de Madrid y en presencia de las fuerzas de seguridad del Estado represor, que desoyeron la directriz de Rubalcaba de proteger a los suyos de la brutal violencia neonazi. Un joven manifestante pacifista, concentrado en el lugar en calma protesta contra el magnicidio, fue alcanzado, por la espalda y en inferioridad numérica, por el potente nucazo que le propinó en el puño (que probablemente portara el silbato reglamentario de protesta contra manifestaciones insolidarias) una skingirl simpatizante del culpable, para qué vamos a andarnos con gilipolleces garantistas y burguesas, Josué Estébanez, y que había acudido armada con panfletos filosos y en compañía de otra peligrosa rapada a reventar, mediante el dudosamente legítimo ejercicio de la libertad de expresión, el derecho de la gente de bien a no ser contrariada. En el siguiente vídeo apenas se aprecia la dureza de la embestida, pero sí el trato brutal y despiadado con el que fue correspondido posteriormente por parte de la policía el joven agredido, a quien obligaron a portar, aun herido, una bolsa de plástico con sus pertenencias (silbatos de reserva, claveles, estampas de santos, cruces de hierro… el tipo de cosas con las que se lucha por un mundo mejor):

El diario Público, modélico habitualmente en su defensa de los buenos, llevó el lunes a su edición de internet la secuencia de la agresión, solo que invirtiendo inexplicablemente las tornas, imputando como atacante al sujeto paciente, y lo que es peor, tratando el salvaje el nucazo neofranquista con cierta sorna en un artículo posterior, algo quizá inadecuado por la importancia del tema tratado a pesar de suponer un evidente síntoma de superioridad intelectual. Espero que la ministra Aído, que también es de la gente de bien, igual que el fiscal y el representante de la acusación popular, tome partido en este asunto igual que lo ha hecho su colega Ángel Gabilondo, y no ceda ante las presiones del omnipresente lobby ultraderechista en la denuncia de ningún caso de violencia de género, menos aún en este, que cuenta con agravantes por odio ideológico.

Extraído de El método Ludovico.

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